lunes, 21 de febrero de 2011

Lo que ya no se discute

Según los especialistas, los adolescentes tienen internalizada la democracia y su continuidad no está puesta en duda. Por eso no sorprenden algunas respuestas que la ponen en tela de juicio.

Veinticinco años no es nada. A raíz de la encuesta realizada por el Programa Escuelas y Medios del Ministerio de Educación de la Nación sobre “La cultura democrática de los adolescentes”, varios especialistas en educación consultados por Página/12 coinciden en que la relación entre los jóvenes nacidos después del ’83 y la democracia está “totalmente naturalizada”. Es decir, según docentes, directivos de escuelas y funcionarios nacionales, el sistema democrático para los adolescentes actuales no es un tema de discusión, ya que la continuidad democrática en la Argentina no está puesta en tela de juicio. En tal sentido, las opiniones concuerdan en que las acciones de los adolescentes son totalmente democráticas y sostienen que es la escuela, sobre todo, la que fomenta en los jóvenes esa percepción sobre la democracia.

“Al tener tantos años de democracia ininterrumpida, los jóvenes están formados dentro de la lógica democrática. Un ejemplo claro es la crisis del 2001, en la cual no entraba como posibilidad, para ningún adolescente, la ruptura del orden institucional”, sostuvo el senador y ex ministro Daniel Filmus. “Hay dos cambios importantes que se generaron con la democracia y que, por lo tanto, repercuten fundamentalmente en los chicos escolarizados en la actualidad –destacó–. Primero, al cambiar el orden institucional, se pasó de educar para el silencio y el disciplinamiento en la dictadura a educar en la divergencia crítica con la democracia. Además, la docencia durante el proceso se ejercía a través del autoritarismo y en democracia la autoridad se gana. Y esto se ve en las actitudes de los adolescentes.”

Para Sergio Wischñevsky, director del colegio porteño El Caminante, “tal vez los jóvenes tienen mucha conciencia del derecho o sus derechos en lo concreto, pero lo que no manejan es la idea de la democracia, porque para ellos es un hecho casi natural, como comer o respirar, que no es necesario tematizar”. En tal sentido, el directivo cree que está tan internalizado el sistema democrático para los jóvenes que ante cualquier prohibición institucional la respuesta es negativa. “No se les puede obligar a hacer nada”, sentenció Wischñevsky.

Si bien la discusión sobre la asignatura “democracia” no preocupa demasiado a los adolescentes, para los especialistas consultados sí son democráticas las acciones y las actitudes de los jóvenes dentro de la escuela. Para Alejandra Tabó, maestra de 6º grado de la escuela Nº 22 de la ciudad de Buenos Aires, “no es una preocupación de los chicos si hay democracia o no, porque tampoco hay un estímulo mediático para que se piense la relación entre jóvenes y democracia. Sin embargo, sus conflictos los solucionan de la manera más democrática, mucho más que los adultos”. La docente relató cómo en sus clases los alumnos elaboran un temario, eligen un coordinador, realizan una lista de oradores y votan los temas conflictivos. En el mismo sentido, Gustavo Olivo, director del Colegio Nacional de La Plata, sostuvo que “los chicos elaboran los temas desde maneras distintas que los adultos, pero sí les interesa la discusión, los debates son muy interesantes”. Además, según Olivo, para los jóvenes no es una lejanía el tema de las votaciones, ya que “muchos de ellos sienten que cada vez están más cerca del traspaso a la democracia ciudadana”.

La agenda temática en discusión para los adolescentes cambió de eje. Si antes de la dictadura, en los ’60 o ’70, los debates político-ideológicos estaban en boca de la mayoría de los estudiantes, en la actualidad los temas discutidos y por los que se compromete la mayoría de los jóvenes son, según los especialistas consultados, muy concretos. “Los chicos no son indiferentes, tienen muchas posiciones críticas sobre los temas que les interesan. Pero los temas no pasan de hechos concretos, con sus acciones no les interesa cambiar el mundo. Por eso hacen fiestas para recaudar fondos para una escuelita en Santiago del Estero que necesita útiles o para ayudar a la gente del barrio”, sostuvo Olivo, al mismo tiempo preocupado por algunas acciones poco politizadas de sus alumnos. De hecho, para Olivo, frente al dolor o la injusticia social los jóvenes se mantienen enteramente comprometidos, ya que “por ejemplo con relación a la memoria, sobre todo de los desaparecidos por la última dictadura, los estudiantes están intensamente comprometidos gracias a las charlas que se impartieron en el colegio”.

Según Wischñevsky, “los chicos representan lo que pasa en la realidad social de los adultos, por eso no es raro que las críticas y el descrédito en la política partidaria sea casi general entre los jóvenes”. En tal sentido, actualmente los adolescentes prefieren agruparse y ayudar en una ONG que afiliarse a un partido político. Para Filmus, “el hecho de que todavía sea muy difícil la participación de los estudiantes en cuestiones partidarias es más una respuesta que debe dar la propia política que una solución educativa, puesto que lo que está en crisis es el sistema representativo”.

Informe: Mariana Seghezzo

Miércoles 10 de diciembre de 2008

http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/subnotas/116443-37086-2008-12-10.html

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